EL NIÑO CON TRASTORNOS DEL HABLA EN LA FAMILIA
La familia es el medio psicológico donde el niño va encontrando progresivamente los estímulos y las respuestas para su maduración y desarrollo armónico. En ella es donde por primera vez va adquiriendo la necesidad y la capacidad de comunicarse, es decir, donde el niño da los primeros pasos por la senda de la comunicación humana. Pero, toda alteración en las relaciones familiares pueden retardar o frenar su desarrollo afectivo o emocional, dando lugar, a veces, a los trastornos del habla como un síntoma más de ese desequilibrio.
De allí que las condiciones afectivas que priman en el hogar como producto de las relaciones entre sus miembros, padres e hijos, influyen gravitantemente en la adquisición y desarrollo del habla, que es uno de los aspectos del desarrollo integral del niño.
Cabe señalar que, para que aparezca y se desarrolle el habla, es preciso que el niño exteriorice una necesidad emocional para comunicarse, como una forma de abrirse a los demás. Esta necesidad es aprendida en el seno íntimo y afectivo de la familia, donde los padres, especialmente la madre, lo inician en el proceso de socialización y comunicación a través del lenguaje verbal. Obviamente, cuando no se dan esas condiciones propiciadoras, el niño tiene problemas para la adquisición del habla, siendo esta la causa del retraso y, en el peor de los casos, de los trastornos del lenguaje verbal.
Es bueno saber también que el desarrollo del habla no tiene un curso evolutivo uniforme, sino que hay irregula- ridades o desfases que pueden deberse a una diversidad de causas. Por ejemplo, en algunos niños, después de haber alcanzado un nivel lingüístico acorde con su edad, reaparecen en su lenguaje formas y modalidades expresivas propias de edades anteriores. Así, un niño de 4 ó 5 años vuelve a hablar como lo hacía a los 3 años o como lo hace el hermanito menor, por quien se siente desplazado en el cariño y atención de los padres.
Con esta "vuelta" o regresión a un lenguaje infantil, pretende fortalecer sus vínculos afectivos y recuperar la primacía en el grupo familiar. Indudablemente, cuando los padres no comprenden y no saben proceder de manera adecuada ante estas conductas verbales o "solicitudes" de atención, le generan tensiones y frustraciones, dando lugar a la aparición de trastornos del habla u otros tipos de desajustes de conducta, como un síntoma que puede afectar el desarrollo de la personalidad del niño.
En otros casos, suele suceder que pese a la aparente estabilidad afectiva que prima en la familia, surge aparente, el trastorno del habla en el niño, motivando lógicamente reacciones de desconcierto y desajuste en la familia. Como tal, los padres
"inexplicablemente", sin causa se resisten a aceptar el problema, manifestando ante esto, de manera encubierta comportamientos y actitudes de sobreprotección hacia el niño. Todo esto no hace sino rodear al afectado de un ambiente familiar que agrava más el defecto en lugar de facilitar la mejoría y su tratamiento oportuno.
Así pues, el clima afectivo que hay en la familia, así como las actitudes de los padres hacia el niño con defecto del habla, influyen de manera importante y crucial en la situación o estado del mismo y, consiguientemente, en sus actitudes hacia el tratamiento.
Por eso los padres que son comprensivos y tolerantes, sobre todo prudentes y cautos en sus comportamientos con el niño, le brindan un mejor apoyo y estimulación para superar el problema, incluso acudiendo al especialista, ya que esto no es una cuestión que debe enfrentarse en forma casera, sobre todo cuando el defecto tiende a progresar.